El Misterio de la Eucaristía: la Presencia del Cielo en el Altar

La Eucaristía es el misterio en el corazón de la fe cristiana, la cumbre de la vida litúrgica y el centro de la unión entre el cielo y la tierra. En el momento de la consagración, el pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no simbólicamente, sino en realidad, según las mismas palabras de Jesús: «Esto es mi cuerpo… Ésta es mi sangre…». (Mateo 26:26-28).

La Presencia Real: la fe de la Iglesia desde el principio

Los Padres de la Iglesia afirmaron unánimemente esta misteriosa transformación, que la Iglesia llamaría más tarde «transubstanciación».

  • San Cirilo de Jerusalén (siglo IV) escribió: «No consideres el pan y el vino como meros elementos, pues son, según la declaración del Señor, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Aunque tus sentidos te digan lo contrario, tu fe debe fortalecerte». (Catequesis místicas, IV, 6)
  • San Juan Crisóstomo afirma también: «El sacerdote invoca al Espíritu Santo, y hace descender la gracia sobre las ofrendas. Y así como el fuego caía sobre el antiguo altar y consumía los sacrificios, así aquí el Espíritu Santo actúa sobre las ofrendas y las transforma». (Homilía sobre la traición de Judas, 1,6)

El cielo se abre: la presencia de ángeles y santos

El misterio de la Eucaristía no se limita a una acción terrena: toda la liturgia celestial está unida a ella. Los ángeles y los santos participan invisiblemente en cada celebración de la Misa. El altar se convierte en un lugar de encuentro entre el mundo visible y el invisible.

  • San Juan Crisóstomo escribe con fuerza: «Cuando veis al Señor inmolado y colocado sobre el altar, y al sacerdote inclinado sobre el sacrificio, y a todos orando, ¿pensáis que todavía estáis entre los hombres y en la tierra? ¿No sois más bien transportados al cielo?» (Homilía sobre la Epístola a los Hebreos, 17,6).
  • San Ambrosio de Milán da testimonio de esta presencia angélica: «Vemos a los ángeles en el sacrificio; vemos a los mártires y a los santos alrededor del altar» ( Sobre los misterios, 9, 55 ). (Sobre los Misterios, 9, 55)

Unión con los santos: comunión universal

En la celebración eucarística, la Iglesia está reunida en su totalidad, no sólo los que están en la tierra, sino también los que ya están en la gloria: los santos, los mártires, los apóstoles, la Virgen María. Ésta es la «comunión de los santos» en el sentido más profundo.

  • San Agustín dice: «Si es un solo pan, entonces todos somos un solo cuerpo, aunque seamos muchos. ¿Por qué? Porque participamos del único pan. (Sermón 227)

Cada Misa se convierte así en un acontecimiento cósmico: Cristo se ofrece por la salvación del mundo, rodeado por la liturgia celestial, los ángeles que cantan el Sanctus, los santos que interceden y los fieles que reciben el pan de vida.

Conclusión: Adorar el misterio, vivir la fe

El misterio de la Eucaristía está más allá de la comprensión humana, pero reclama nuestra adoración, nuestro silencio y nuestra fe. En cada Misa, el cielo desciende sobre el altar; Cristo se hace verdaderamente presente; y la Iglesia, visible e invisible, se reúne en torno a Él.

Que esta verdad nos inspire a vivir cada Eucaristía con profundo respeto, con el corazón abierto y el alma en adoración, en comunión con los santos y los ángeles.

  • San Francisco de Asís resumió así el misterio: «El hombre debe temblar, el mundo debe estremecerse, todo el cielo debe conmoverse profundamente, cuando el Hijo de Dios aparece en el altar en manos del sacerdote». (Carta a toda la Orden)

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